Choice of weapon

Los primeros de la clase

Treinta segundos, bastaban treinta segundos del primer tema, «Honey from a knife», para darse cuenta de que The Cult iban en serio. Lo volvían a hacer, completamente a su aire, con separaciones y reuniones y dejando que los rumores circulasen por doquier facturaron un disco increíble. Otra vez. Anoten el título: Choice of weapon

La historia de estos ingleses se remonta a comienzos de los años ochenta, cuando se llamaban Southern Death Cult. Nunca gozaron de la popularidad que debería acompañar a un grupo de su calidad, pero sí tuvieron su momento de gloria a partir de la publicación de Love (1985). Se trataba de un disco personalísimo repleto de grandes canciones y un sonido oscuro y romántico, sin que esto último hiciese que en ningún momento dejasen de sonar creíbles y aguerridos. Allí estaba el single perfecto, «She sells sanctuary», una canción que seguirá escuchándose en alguna parte cuando ninguno de nosotros estemos aquí.  

The Cult nunca han tomado el camino evidente, de hecho parecen empeñados en no tomar nunca las decisiones más evidentes desde el punto de vista comercial. Podrían haber permanecido en el sonido y la atmósfera de Love durante el resto de su carrera y reivindicarse como una de las bandas inventoras de «lo gótico» (sobre todo viendo todo lo que ha venido después). Nada de eso, su siguiente paso fue Electric (1987), un disco de riffs de guitarra, de rock directo y elemental, una maravilla de principio a fin que les dejaba un poco solos en el panorama británico de la época. Sonic temple (1989) suponía un nuevo cambio de registro, algo más metálico pero sin parecerse a ninguna de las bandas que usaron esa etiqueta. Y es que The Cult en cada disco han tenido un sonido diferente y en todos suenan a ellos mismos. 

Siguieron sacando álbumes pero, a finales de los noventa parecía que el rock iba a desaparecer de la faz de la tierra. The Cult se resintieron y estuvieron siete años sin grabar nada. Pero con el nuevo siglo decidieron que tenían algo que decir. Beyond good and evil (2001) es el mejor disco de rock duro en lo que llevamos de siglo XXI. El álbum que Metallica llevan intentando grabar desde su álbum negro. Y lo más curioso de todo es que está producido por Bob Rock (el mismo tipo que dos años después estuvo detrás del lamentable St. Anger). 

Después de esa joya, y de un par de giras en las que demostraban que son de las mejores bandas en directo del mundo, volvieron a darnos un gran disco. Born into this (2007) es menos heroico que Beyond good and evil¸ más descarnado pero igual de efectivo (baste como prueba la canción elegida como presentación «Dirty Little Rock Star», un tema que podría pertenecer a un Electric adaptado a los nuevos tiempos). 

Ian Astbury (cantante) y Billy Duffy (guitarrista) son los únicos miembros originales que siguen al frente de The Cult. No es poco, pues estamos hablando de dos talentos que no tienen rival en sus respectivos campos. La voz de Astbury es inconfundible y no sufre merma con el paso de los años. Y Billy Duffy puede hacer lo que quiera con una guitarra eléctrica que siempre sonará como el mejor. Domina todos los registros y jamás falla una nota. Pero, además, saben elegir compañeros de viaje. Chris Wyse es un bajista competente y en directo Mike Dimkich cumple su función como guitarra rítmica (con alguna que otra mirada asesina de Duffy, todo hay que decirlo). Distinto es el caso del baterista John Tempesta. Del resto de músicos es el que quizá esté más cerca de los dos colosos que comandan la nave. Un tipo que ha pasado por Testament y por White Zombie sabe lo que es tocar de manera contundente. Y, en mi opinión, le va de maravilla al sonido de The Cult. 

Choice of weapon es un disco importante. No es sólo la prueba de que estos tipos son capaces de hacer cosas dignas de su leyenda, sino que si fuese el debut de una banda novel yo estaría llorando de emoción pensando que no todo estaba perdido. Qué más da, disfrutemos mientras dure.  

Este es un álbum que hace que el oyente se ponga en guardia, los músculos se tensan y una sensación se instala en la mente: «aquí va a pasar algo». Tras el vendaval que lo abre, la comentada «Honey from a knife», nos encontramos un medio tiempo absolutamente característico de este grupo, «Elemental light», que podía haber estado en aquel Beyond good and evil. Las preciosas melodías de guitarra que introduce Billy Duffy merecen una mención especial. La estructura consistente en alternar una canción dura con un medio tiempo se repite a continuación, pues «The wolf» vuelve a la carga pero deja paso a «Life>Death» que nos hace retrotraernos incluso a los tiempos de Sonic Temple. Canciones para un mundo nocturno, como si The Cult fuesen la banda sonora permanente de un planeta como el reflejado por Kathryn Bigelow en Días extraños. «For the animals» y «Amnesia» siguen dejando claro que el rock no les cansa, y, a la vez, que la música hecha sobre la base de guitarra, bajo y batería puede sonar rotunda y actual. 

Dicho lo cual, un par de temas después, «Lucifer» contiene sus coqueteos con la electrónica, pero sin renunciar a la mencionada estructura clásica ni a la sobreabundancia de guitarras. «A Pale Horse» es sencillamente genial. Como si The Doors siguiesen haciendo música en 2012 (sabido es que Astbury les ha acompañado en sus giras) y sirve para anticipar el final del disco. La última canción, «The night in the city forever», transmite exactamente lo que su título promete, parece la balada de un escenario postnuclear. Pero, cuidado, un disco de The Cult nunca deja en aquel que lo escucha una sensación de tristeza, sino una extraña paz, como si todo estuviera en orden. Eso y una expresión que invariablemente musita todo el que ha sabido penetrar en su arte: «qué buenos son estos tíos». 

Si alguien me preguntase con qué disco empezar para conocer a The Cult le diría que empezase con el último. Astbury y Duffy, asistidos por Bob Rock, siempre suenan como quieren sonar. En 2012 este es su sonido, y es muy bueno (una mezcla, por cierto, entre la potencia épica de Beyond good and evil y la sobriedad de Born into this). Además, conservan intacta la inspiración y el talento para hacer canciones. Existe una edición especial de este disco que incluye cuatro canciones más grabadas hace tiempo. En una de esas ventoleras que les dan a estos tipos decidieron que ya no iban a grabar más discos, y que la música la venderían en «cápsulas»: temas que irían desgranando según les viniese en gana. Afortunadamente entraron en razón, abandonaron esa absurda idea (¡necesitamos más discos de The Cult!) y estas canciones apócrifas, mezcladas de nuevo por Bob Rock, han quedado como anexo a este fabuloso álbum. Con todo, está bien que se hayan quedado fuera del disco, pues rompen la unidad estilística de Choice of weapon. Su sitio es ése: como regalo para los más fieles (pero, atención, porque, aunque se trata de temas menores, su escucha revela matices de lo más interesante). Gracias.  

Productores: Chris Goss, Bob Rock 

  • The Cult 
  • Choice of Weapon (2012) 
  • Cooking Vinyl 
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Un niño, un libro, una moto.

https://youtu.be/nhbSYP8cyD8
David Sánchez Usanos
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