Debí tirar más fotos

Cuando el perreo es político.

Desde su lanzamiento (5 de enero de 2025), DeBÍ TiRAR MáS FOToS, el último disco de Bad Bunny, ha cosechado los elogios patrióticos más diversos. De él se ha dicho que es una oda, un canto, una carta de amor, una declaración de amor a Puerto Rico, el país del cantante. Lo cierto es que Bad Bunny había allanado el camino a esos calificativos. En sus redes sociales, la semana previa al lanzamiento del disco fue dejando ir referencias a lugares puertorriqueños que estarían presentes en las canciones, y dos días antes publicó un short film de trece minutos que pretendía condensar el contexto, la atmósfera del álbum.

El corto, titulado igual que el disco y protagonizado por Jacobo Morales (mítico actor, director y poeta puertorriqueño), tarda catorce segundos en mostrarnos una bandera de Puerto Rico. Menuda, clavada en el suelo, señala el lugar donde se encuentra enterrado el cofre con las fotografías que darán título al disco y que Morales repasará en su casa junto a Concho, una rana virtual humanoide y uno de los emblemas promocionales de DeBÍ TiRAR MáS FOToS. Morales le enseña a Concho lo maravilloso que era —y que, pese a todo, sigue siendo— Puerto Rico. Concho, fascinado, no se cansa de ver fotos, pero Morales se lamenta de no haber tirado más. Con una visita del protagonista a la panadería se nos retrata un Puerto Rico invadido por estadounidenses y por lo estadounidense. No lo atienden en español, el tradicional quesito se ha vuelto regular (en inglés), y ya ni siquiera puede pagar en efectivo. Por suerte, la bondad nacional se encarna en un nativo que le paga la compra con el NFC de su smartphone. Del mismo modo, antes se había encarnado en el cocinero boricuo que rescata a Morales del apuro de identificar, entre todas las variedades de quesito que el capitalismo yanki ha inventado y que la dependienta yanki le ofrece (incluso hay un quesito vegano, un quesito sin queso), esa a la que él llama, simplemente, quesito. El Puerto Rico de DeBÍ TiRAR MáS FOToS (tanto el del corto como el del álbum) responde al esquema clásico de la imaginación nacionalista: un pasado dorado (la juventud de Morales), un presente de decadencia e identidad desdibujada y un futuro de esperanza y renacimiento del que el disco de Bad Bunny sería pregonero.

Tras su publicación, el cantante ha seguido reforzando la dimensión política (y patriótica) del álbum. En un vídeo colgado en sus redes sociales lo vemos paseándose ante carteles de sus giras internacionales, declarando su cariño por los lugares que ha visitado, y deteniéndose ante un último cartel tapado. Lo destapa, y leemos: «No me quiero ir de aquí». Por el momento, Benito está muy a gusto en su Puerto Rico y no se piensa mover de allí.

Pese a todo, Bad Bunny no abandona sus temas de siempre: el (des)amor, la fiesta, el sexo, la bebida. El quid del álbum, en el plano de las letras (como yo no sé de música, lo que diga se referirá casi siempre a las letras), es la conjugación de lo puertorriqueño y de todos esos temas de siempre; de lo político y lo personal. Está claro que las canciones podrían separarse según el porcentaje de tema puertorriqueño que contienen. Una primera clasificación nos daría canciones puertorriqueñas («NUEVAYoL», «CAFé CON RON», «LO QUE LE PASÓ A HAWAii», «LA MuDANZA»), canciones no puertorriqueñas («BAILE INoLVIDABLE», «BOKeTE», «KLOuFRENS»…) y canciones mixtas como «VOY A LLeVARTE PA PR», donde Puerto Rico viene a equivaler al sur de Rafaella Carrà. Sin embargo, una clasificación así sería superficial y revelaría un hiato entre lo personal y lo político; en otras palabras, revelaría el fracaso del disco.

«Lo personal es político». No está clara la autoría de esta célebre consigna feminista. La hizo popular Carol Hanisch, feminista radical de la segunda ola, al usarla como título para un ensayo publicado en 1970. Tampoco el sentido de la frase es unívoco: puede significar que lo personal es un reflejo de lo político, que la acción política empieza en la acción personal, que ninguna lucha es privada porque todas desembocan en luchas colectivas… Lo que querría hacer notar es que la frase no funciona igual en política que en arte. Per se, todo lo personal puede ser político, pero el arte debe manifestar esa equivalencia, no basta con pensar que va de soi. No cualquier expresión personal en arte es políticamente efectiva: que en el desamor haya elementos políticos no convierte «Corazón partío», de Alejandro Sanz, en un instrumento político eficiente. Pero es que ocurre lo mismo en el extremo opuesto: una canción o un poema no son políticamente incisivos porque se acuerden de que en el mundo hay guerras e injusticias.

Citar a Theodor. W. Adorno en un artículo sobre Bad Bunny es desproporcional y solo puede significar pedantería o autoparodia. Pero, puestos a usar ideas suyas, mejor es citarlo. Seré breve. Tanto en la creación como en la recepción, lo político se vuelve superficial y romo cuando se rige por un criterio temático en el sentido más elemental, más evidente de la expresión (de qué habla una canción, un poema, un cuadro). No basta con que lo político sea un tema (y aquí viene Adorno): ha de ser, sobre todo, una forma. Lo que viene a significar que lo político ha de ser visible en los estratos más profundos de la obra, no en su mero mensaje. De ahí que una obra pueda ser superficialmente revolucionaria y profundamente reaccionaria; o viceversa (para Lukács —vaya otro nombre en un artículo sobre el Conejo Malo—, ese era el caso de Balzac). Si quiere expresar la equivalencia entre lo personal y lo político, el artista ha de trabajar lo personal desde lo político, no añadiéndoselo como un decorado. Y si quiere expresarla el crítico, debe enseñarnos a ver lo político debajo de lo personal (o de lo que no parece político).

El visualizer de DeBÍ TiRAR MáS FOToS que Bad Bunny publicó en YouTube toma un atajo demasiado evidente hacia la conjugación de lo personal y lo político. Cada canción utiliza una especie de diapositiva de PowerPoint hecha por alumnos de la ESO en la que se nos explican aspectos de la cultura y la historia puertorriqueñas: la bandera y el sentimiento nacional de Puerto Rico, la guerra hispano-estadounidense de 1898, la creación del Estado Libre Asociado, el nacionalismo cultural, etc. La idea es que, yuxtaponiendo esos textos con las canciones, nos percatemos del trasfondo político, histórico y cultural de todo el disco. Lo cual está muy bien, pero hacerlo mediante paratextos es hacer trampa. Para que un disco sea bueno, no basta con poner en la portada: «Este disco es muy bueno». Como se dice en jerga reguetonera y trapera, hay que demostrar. Y, por suerte, más allá de la impresión de clase de secundaria de su visualizer, DeBÍ TiRAR MáS FOToS sí demuestra. No solo —alargando la jerga mitad música urbana, mitad Heidegger— porque habla, sino porque es.

«TURiSTA» quizá contiene el ejemplo de simbiosis personal-político más logrado del álbum. Toda la canción se construye sobre un símil, el de la exnovia como turista por la vida del cantante, que representa perfectamente una situación personal, pero que además funciona con total naturalidad y, por ello, con gran eficacia, como figura de politización. El símil es tremendamente preciso. Bad Bunny podría haberlo tirado por el sentido simple de que la novia llegó a su vida y, en lugar de quedarse a residir permanentemente, se marchó como una turista. Ese sentido, inevitablemente, está, pero es otra cosa lo que convierte a la exnovia en una turista exacta: el hecho de que, en su paso por la vida del cantante, solo haya visto lo bonito, lo mejor, que se haya ahorrado los traumas y las zonas oscuras. Justamente eso es lo que Elias Canetti criticaba de la figura del turista: que no se compromete con la realidad que visita, que es un mero espectador, que estetiza lo abominable, que ve como pintoresco lo que es llanamente denunciable. El símil del turista tiene un reverso implícito: si la exnovia es una turista, el cantante es una región, un país. He ahí la identificación del cantante con su país, la conjugación de lo político con lo personal. Sin hablar explícitamente de Puerto Rico, «TURiSTA» proporciona un símil que sirve de trampolín imaginativo para saltar de lo individual a lo colectivo. Al hablarnos de sí mismo, el cantante nos habla de su país y de todos esos turistas que solo conocen, y solo quieren conocer, su lado paradisíaco. E insistimos: lo hace desde la forma, desde el funcionamiento imaginativo de la canción, no desde la proclama simple, explícita y superficial.

La contrapartida de «TURiSTA» es «LO QUE LE PASÓ A HAWAii». Si, en aquella, de lo personal íbamos a lo político, en esta vamos de lo político a lo personal. «LO QUE LE PASÓ A HAWAii» nos presenta Puerto Rico como si fuera una mujer sufrida y resistente, sometida a vejaciones pero hermosa pese a todo. Representar la patria en una alegoría femenina no es sin duda un invento de Bad Bunny, pero es un modo muy efectivo de caldear emocionalmente la abstracción propia de la política. Al ver a esa mujer alegórica, vemos a Puerto Rico, pero no dejamos de ver a una mujer, una de las puertorriqueñas que sufre por la gentrificación y el estado semi-colonial del país, verdadero tema de la canción. La alegoría se abandona pronto, pero la canción consigue mantener lo político unido a lo personal al hacer, en lugar de una denuncia política directa, un relato testimonial que, en segundo plano, ya sí, funciona como denuncia. El cantante habla en primera persona, y el río, la playa y el barrio se lo quieren quitar a él, a su abuela: son su río, su playa, su barrio. Además, aunque la alegoría femenina como tal se haya abandonado, persiste la personificación del país, ya que el cantante le habla como a un tú. Lo personal está atravesado por lo político, y lo político se encarna en la vivencia personal.

Tras el tono lúgubre de «LO QUE LE PASÓ A HAWAii» nos sorprende el reguetón duro, a la vieja usanza, de «EoO». ¿Ya se le han pasado a Bad Bunny todas aquellas angustias? Eso parece, porque de repente nos encontramos en lo más alto del perreo. Pero el último cuarto de la canción nos reserva una sorpresa y una explicación. Sin entonar, Benito nos explica que eso que estamos escuchando es la música puertorriqueña con la que él y otros muchos de su generación se criaron: una porción, por lo tanto, imprescindible de la educación sentimental (y del sentimiento nacional) de miles de puertorriqueños. Esa música ha contribuido, no solo al disfrute y al desatamiento erótico, sino a la formación de una conciencia colectiva nacional. Y ahora se entiende que Bad Bunny la coloque a continuación de «LO QUE LE PASÓ A HAWAii». Disfrutar de esa música, cantarla y bailarla, es una forma de preservar la identidad puertorriqueña y de resistir a la invasión yanki. Porque sí: el perreo es político (o puede serlo). He ahí una de las lecciones de DeBÍ TiRAR MáS FOToS.

Artista: Bad Bunny

Fecha de lanzamiento: 5 de enero de 2025

Discográfica: Rimas Entertainment

Género(s): Música caribeña, reguetón, salsa, plena, dembow

Carlos Hans
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